28 nov 2011

Cairo Revolucionario (primera parte). "Calentando el ambiente…"

Muchedumbre furiosa...
Luego de una despedida familiar que se llevó todos los sentimientos en un avión, el terreno quedó abonado para un renacimiento emocional que tardaría más de lo deseado en llegar. Caminando como autómatas por el Cairo tras las estancadas y necesarias visas para invadir Medio Oriente, intentábamos acostumbrar a nuestros estómagos nuevamente a la nada.

Juli estaba viviendo por unos días en la casa de un ruso que conoció por Couchsurfing, y yo estaba instalado en el eterno Gresham, esperando a que llegue a la ciudad Mohammed (nuestro mejor amigo egipcio), para todos juntos mudarnos al barrio de Abassiya en Nasr City, y ya una vez allí, desarrollar un poco más la paciencia hasta contar con los detestables papelitos en el pasaporte.

Los días transcurrían lentamente sin rumbo fijo, ya que además de los papelitos, estábamos a la espera de la fecha de llegada de otra persona que es como parte de la familia: el inconmensurable Federico Antonio Marcello, quien ya estaba alistando las baterías de la cámara, para salir a la caza de algún documental en tierras judías-musulmanas. la idea era juntarnos en Tel Aviv en el menor plazo posible...

El loco de remate...
Como verán las esperanzas y los motivos nos seguían sobrando, pero eventos ajenos a nuestra voluntad empezaron a complicarnos de a poco, hasta intentar acabar casi por completo con toda la vida que veníamos cargando en las mochilas, enterrando y robándonos impunemente todo lo conseguido. Y eso mis queridos amigos, era un montón de atrevimiento...

Así fue que un buen día Juli me llama y me dice: “según me dice el ruso mañana va a haber quilombo en la ciudad. Van a haber manifestaciones en varias partes, y por lo que me comenta, se puede poner pesuti”. Fue un comentario ligero, porque a juzgar por lo que veníamos viendo y viviendo en Egipto, la violencia literalmente no existía.

Hasta el momento la amabilidad, la simpleza, los modos y las sonrisas de su gente, hacían creer que era uno de los lugares más seguros que habíamos pisado en nuestras vidas. Por otro lado, esa sensación de seguridad no se había apartado de nosotros en todo el viaje por tierras africanas, ni siquiera cuando transitamos la zona sur de Sudán que estaba literalmente en guerra.

Las manifestaciones en sus primeros días...
Y bue... pasó y charlamos otro poco, quedamos en encontrarnos para hacer unos trámites al día siguiente, prometimos cuidarnos, y seguí con mi día que transcurría entre “Tahir Square” (la plaza principal), “Felfela” (el lugar que nos daba de comer rico y baratísimo), y algunas caminatas con Rachel por la ribera del Nilo o por alguna otra parte de la ciudad... En fin: la nada misma. El Cairo para caminar es de lo mejor que a uno le puede pasar, un estímulo ambiental de dimensiones grotescas que nunca deja de sorprender.

Al otro día, lo prometido: congregaciones de gente en la plaza principal y en los alrededores del Gresham (a cuatro cuadras de dicha plaza), algunos policías que empezaban a desplegarse y mucha gente gritando y cantando. Hasta ahí, cuatro gatos locos. Ya más entrada la tarde, desde la ventana del Gresham, vi el primer hecho llamativo... que si bien no me llegó a encender los sensores de peligro, me llamó la atención: una barricada policial estaba siendo literalmente destruida por egipcios, que no sólo pasaban por encima de las vallas de metal, sino también de la policía. “¡Epa! ¡Qué loco!”...

Iba llegando gente al baile...

Patriotismo en Tahir Square...

Hilera de gente fea y espantosa...
Esa misma tarde y también al día siguiente, fuimos con Juli y Rachel a chequear una plaza en la que se escuchaban gritos y se veía mucha gente cortando las calles, algunos otros que se empezaban a trepar sobre los monumentos. Todo en un ambiente muy tranquilo y de cierto y relativo respeto. Inclusive los negocios que rodean la plaza estaban muy activos, vendiendo comida a troche y moche, con gente sonriendo y posando para las fotos. Todos los acontecimientos eran acordes a los de una protesta pacífica. Gente con carteles y reclamos en árabe, y una policía expectante e inactiva, controlando que no se produjera ninguna anormalidad.

Fugazmente, durante la tarde pasaron sobrevolando a muy baja altura, una y otra vez, aviones de la fuerza aérea, llenando de estruendos y de sonidos de documental de guerra la ciudad... de esos sonidos que anuncian bombas y cosas macabras y pestilentes. Aunque tampoco fueron lo suficiente agresivos como para asustar a la gente que estaba en la plaza, tenían una clara intención persuasiva y de demostración de poder, por parte de un gobierno que definitivamente empezaba a ponerse estado en alerta.

Hasta aquí entonces, todo dentro de ciertos parámetros de “normalidad”. Sacamos fotitos y seguimos insistiendo por lsa visas. Algunas estaban encaminadas, como la de la India y la de Irán, y otras agonizantes como la Siria, la de Iraq y la de Pakistán. “Fenómeno, ya veremos que hacemos, alguien proveerá, vamos a la casa de Mohammed que ya está en el Cairo... Así fue que encaramos la mudanza conjunta y nos instalamos en Abassiya, en el principado de nuestro queridísimo amigo musulmán.

Pedro y Pablo enojados con Mubarak...
Visa india buena onda...
Cuarenta y ocho horas después de la mudanza, habíamos quedado con Juli en encontrarnos en la casa a eso de las dos de la tarde. Juli había ido a buscar su mega mochila a la casa del ruso. Ya de vuelta, se tenía que encontrar con un amigo de Mohammed en una de las estaciones de subte, para ser guiado hasta la apacible morada. Mientras tanto, preparábamos los pormenores para que Rachel aborde el vuelo que la llevaría de vuelta a Sudáfrica.

Empezó a dejar de estar todo fenómeno cuando el amigo de Mohammed llegó sin Juli a la casa diciendo que no lo había podido encontrar. Nosotros sin noticias y los teléfonos cortados. La coyuntura se vió agravada por el hecho de que en dicha estación de subte se había armado una de las primeras batallas campales entre los “rebeldes” y la policía, que habían empezado a notar que no era una protesta pasajera, y se lanzó a reprimir con balas de goma y gases lacrimógenos. Se me frunció la vida por la falta de noticias sobre el paradero del nonae.

El famoso humano antihumano...
Humo proveniente de la basura...

Policías protegiendo estructuras de poder...
En la estación de subte...

Pasaron largas horas de mucha angustia e impotencia sin saber qué cornos hacer, hasta que gracias a la santa providencia Juli apareció agitado pero de buen humor, diciendo que se había quedado sacando fotos, y que luego le había costado encontrar la casa. Puteada y abrazo mediante, respiramos y le dimos rienda suelta a la noche. Los sensores de peligro estaban empezando a calentar las chicharras.

A las protestas semi masivas, le siguieron protestas masivas más severas, principalmente en torno a la plaza de Tahir y en diferentes puntos estratégicos del Cairo, que iban sumando constantemente público en general y partidos opositores al gobierno, transformando lentamente una ciudad que hasta el momento había sido de las más místicas que habíamos visitado, y tiñéndola de matices lúgubres y destellos de violencia. Se notaba que algo se condensaba y se condensaba, y que si seguía así, inevitablemente iba a explotar.

Se ve que el gobierno también sintió esta carga en el ambiente, hecho que se confirmó durante la tarde siguiente, cuando sentados en uno de los cuartos de la casa de Mohammed, empezamos a escuchar unos ruidos que se acercaban cada vez un poco más fuertes. Nadie lograba asociarlos con nada, pero lo cierto era que se estaban acercando. En ese momento todos los que estábamos en la casa, corrimos hasta la ventana del departamento.

Ante la desmedida sorpresa, los cuatro pares de ojos empezaron a pestañear al unísono, para reconfirmar una imagen para el recuerdo: un desfile de tanques de guerra, que unos tras otros marcahaban en dirección al centro. Algunos montados en acoplados de camiones, y otros avanzando directamente sobre el pavimento. Una imagen fuertecita, que nos sacó una sonrisa nerviosa, y nos confirmó que las cosas se estaban saliendo del control, no sólo por parte de la gente, sino también por parte del gobierno.
Militares en tanques alrededor de Tahir Square...
Tengo el pito largo...
Esta primera etapa de "calentamiento global", culminó con un hecho que hasta hacía cinco días atrás hubiera apostado mis huevos a que jamás podría suceder en Egipto. Bajando del departamento en horas nocturnas a intentar conseguir algo para comer en un puestito de pollo que había por ahí, y todavía procesando las imágenes de los tanques, nos topamos con un señor con bigotes en la puerta del edificio, que de muy mala manera nos interrogó por nuestras identidades y nos quiso impedir el paso hacia el emplumado frito.

Con mucha buena onda le explicamos que estábamos viviendo ahí y que queríamos ir a comprar algo para comer porque estábamos famélicos. Seguimos caminando como si nada. El tipo automáticamente enloqueció, agarró un palo y nos exigió que le mostremos los pasaportes. Se congeló el cuadro hasta el siguiente pestañeo. No era policía, no lo conocíamos y tenía un palo en la mano, que a juzgar además por la violencia que expresaban sus ojos, estaba decidido a utilizar.

Se armó un quilombo monumental, porque los gritos empezaron a brotar de los dos lados, hasta que salieron todos los vecinos, hasta que también bajó Mohammed, que literalmente nos tuvo que salvar de la mano del trastornado enloquecido junto a una “Mama” muy respetada en el barrio. Peroooo, estábamos empezando a notar que: si sos blanquito, sos extranjero, y que si sos extranjero, mejor que no seas americano. “Mmmhhuuu”. Fue la primera vez que pensé: "estamos a punto de ser tapados por la mierda y lamentablemente no hay escapatoria. Vamos a tener que comerla".

Que no se pare de bailar... que no se pare...

Como broche de oro a tanta situación anormal, tuvimos que esconder a Rachel adentro de un placard por un largo rato, ya que el ala reaccionaria musulmana, no consiente que una mujer viva entre hombres si no está casada legalmente con alguno. A esta altura la situación había pasado por todos los tonos conocidos, y aunque la pasamos como el orto, la noche fue sellada por risas irónicas enfocadas hacia una irracionalidad y una cultura que empezaba a mostrar un lado totalmente opuesto al que veníamos experimentando, y que a juzgar por lo vivido en las últimas veinticuatro horas, había que tenerle mucho respeto y actuar con mucho cuidado.

Chau al canal de televisión...
Gente cansada de vivir en la pobreza...
Así culmina esta primera parte, la más liviana de esta experiencia “revolucionaria” directa. De aquí en más empezamos a sentir un poco la urgencia de escapar del país, por lo que nos centramos y enfocamos en el vuelo de Rachel y en acelerar nuestros visados. Lamentablemente los acontecimientos posteriores irían sellando las salidas hasta involucrarnos directamente en el ojo de la tormenta. La sociedad egipcia estaba absolutamente convulsionada y ya había llegada a una instancia que no tenía vuelta atrás. La policía estaba desapareciendo de las calles, demostrando su veta más cagona, confirmando que cuando pierden el control y se ven superados en número, se meten los palos y los escuditos en el orto y huyen como buenas putas cabareteras que son.

Se estaba abriendo la era militar en las calles del Cairo. Obviamente lo peor estaba por venir. Tanques, grupos pro y anti Mubarak, y un profundo estado de desinformación, inoperancia, e inutilidad de un gobierno que trastabilló en cada respuesta y en cada acción, que no dieron lugar más que a un estado general calamitoso que llenó nuestro viaje de todo tipo de quilombos. Hasta la segunda parte y más trágico capítulo de este viaje espacial. Gracias por leer...

La policía...
La guardia nocturna en Tahir Square...

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